La Batalla de Maipú fue un enfrentamiento armado que tuvo lugar el 5 de abril de 1818, en el valle del Maipo, cercano a Santiago de Chile, entre las fuerzas patriotas revolucionarias conformadas por soldados argentinos de las Provincias Unidas y soldados del Ejercito de Chile contra los realistas, el cual decidió la Independencia de Chile y en gran parte la del Cono Sur.
Se enfrentaron el Ejército Unido (coalición del Ejército de los Andes y el Ejercito Chileno) al mando del general en jefe José de San Martín contra el ejército realista bajo las órdenes del general Mariano Osorio.
Poco antes del mediodía, el ejército patriota rompió fuego con la artillería de Manuel Blanco Encalada, pero luego de un tiempo San Martín se dio cuenta de que los realistas habían tomado una posición defensiva y decidió iniciar el ataque.
Envío las fuerzas atacando el centro y la derecha de los españoles, mientras que Juan Gregorio de Las Heras comandó el ataque por las fuerzas colocadas en otro cerro, allí los patriotas tomaron un cerro, amenazando la izquierda realista. Mientras tanto, los ataques patriotas no parecían lograr quebrar las líneas realistas y la batalla se encontraba en tablas, entonces San Martín decidió enviar los batallones de reserva a la batalla atacando y cargando por todos los flancos y el centro español. Muchos creen que esa decisión definió la victoria.
En el flanco izquierdo, Las Heras y sus hombres junto con un grupo del Regimiento de Granaderos a Caballo — unidad creada por San Martín — tomaron la posición española en el cerro a su izquierda, cuyos defensores (realistas) se replegaron al centro del otro cerro donde todavía se encarnizaban duros combates.
Pero todas las fuerzas de Las Heras y otros, atacaron la izquierda realista mientras con un movimiento oblicuo los patriotas cargaron sobre la derecha y el centro enemigo. Mariano Osorio, creyéndolo todo perdido se retiró con su caballería buscando salvar su vida. José Ordóñez nunca se resignó a perder la batalla y organizó maniobras con las que solo se desorganizó más, debido a lo estrecho del terreno.
Así, la mayor parte del ejército patriota subió al llano donde sólo quedaban los 4 batallones españoles, Burgos, Arequipa, Concepción e infante Don Carlos (Real de Lima), rodeados por todas partes. A pesar de ello, se resistieron a rendirse o a huir.
Entonces del batallón de Burgos salieron unas voces, ya legendarias. "Aquí está el Burgos. Dieciocho batallas ganadas, ninguna perdida", mientras hacían ondear su laureada bandera, victoriosa en la batalla de Bailén y en tantos otros combates. La situación era trágica para ellos. Los otros batallones realistas, decidieron resistir de la misma manera. El batallón de Arequipa estaba mandado por José Ramón Rodil, el héroe del Sitio de El Callao.
Los batallones formaron el cuadro para resistir a la caballería. Los cazadores a caballo fueron rechazados, pero al formar el cuadro se convirtieron en un blanco más fácil para los fusiles de los infantes enemigos. Los batallones comenzaron a sufrir horriblemente por la fusilería y a continuación el 1º chileno cargó, para ser rechazado. El 7º de Los Andes lo intentó a su vez y fue asimismo rechazado. Los cuadros españoles, llenos de muertos y heridos, mantuvieron la posición.
Los cuadros realistas comenzaron a moverse, retirándose hacia el caserío de Lo Espejo dirigidos por el general Ordóñez. Durante el movimiento fueron atacados continuamente y fueron dejando un reguero de muertos a lo largo de su trayecto, pero no rompieron las filas y mantuvieron el orden.
La artillería se acercaba, ya a corta distancia, y la metralla finalmente rompió las filas, pero era inútil, porque no rompieron su formación y lentamente se fueron retirando del campo de batalla, hostigados por todas partes.
San Martín, artífice d ela victoria, diría: "Con dificultad se ha visto un ataque más bravo, más rápido y más sostenido, y jamás se vio una resistencia más vigorosa, más firme y más tenaz".
Los granaderos de Primo de Rivera, se retiraron al mismo sitio, el caserío de Lo Espejo. Debían formar el cuadro y soportaron ocho cargas del enemigo. Sufrieron un tercio de las bajas pero guardaron la formación y alcanzaron el caserío.
Los realistas se agruparon en el caserío. Bernardo O´Higgins, con mil hombres, llegó al campo de batalla. El batallón de cazadores de Coquimbo se lanzó contra el caserío, creyendo que los fatigados realistas cederían. Sin embargo, las descargas de fusilería y de dos cañones que les quedaban, les infringieron 250 bajas, lo que causó su retirada.
San Martín no quiso poner en peligro a más hombres, por lo que ordenó concentrar la artillería. Diecisiete piezas se juntaron y arrasaron Lo Espejo. Los restos de los batallones españoles soportaron el fuego. Apoyados por las piezas, los patriotas se lanzaron al asalto definitivo. Los escasos defensores que quedaban en el caserío fueron arrollados. Ordóñez y Primo de Rivera se rindieron; la batalla había terminado.
El general chileno Bernardo O'Higgins, convaleciente de una gran herida (producto de la derrota aliada en Cancha Rayada), se presentó poco antes de terminado el último ataque contra los realistas y entusiasmados por la victoria San Martín y O'Higgins se abrazaron victoriosos en una escena que dio origen a un cuadro, el histórico abrazo conocido como El abrazo de Maipú, donde O'Higgins le dice a San Martín ¡Gloria al salvador de Chile! y San Martín le responde General: Chile jamás olvidará su sacrificio presentándose al campo de batalla con su gloriosa herida abierta. Gracias a esta batalla se aseguró la Independencia de Chile.
Los patriotas perdieron un 35% de sus fuerzas entre muertos y heridos. Los realistas sufrieron más de 1.500 muertos y 2.000 prisioneros, de los cuales 700 al mando del desertor patriota Angel Espejo fueron capturados en el cerro Niebla por el coronel Manuel Rodríguez y sus Húsares de la Muerte en la última carga de caballería de la batalla. Además se capturaron grandes cantidades de municiones.
Más que por sus trofeos, Maipú fue la primera gran batalla americana, histórica y científicamente considerada. Por las correctas marchas estratégicas que la precedieron y por sus hábiles maniobras tácticas sobre el campo de la acción, así como por la acertada combinación y empleo oportuno de las armas, es militarmente un modelo notable, de un ataque paralelo que se convierte en ataque oblicuo, por el uso conveniente de las reservas sobre el flanco más débil del enemigo por su formación y más fuerte por la calidad y número de sus tropas, inspiración que decide la victoria, siendo de notarse, que el general José de San Martín, como Epaminondas, sólo ganó dos grandes batallas, y las dos, por el mismo orden oblicuo inventado por el general griego.
Por su importancia trascendental, sólo pueden equipararse a la batalla de Maipú, la batalla de Boyacá, que fue su consecuencia inmediata, y la batalla de Ayacucho que fue su consecuencia ulterior y final;
Sin Maipú, no habría tenido lugar Boyacá ni Ayacucho. Si el general San Martín no hubiese triunfado en Maipú, Chile se hubiese perdido para la causa de la emancipación, y con Chile, probablemente la revolución en Argentina habría quedado encerrada dentro de sus fronteras y amenazada por sus dos frentes más vulnerables -el norte y el oeste-, pero desde entonces inmunes.
Sobre todo, sin la victoria del general San Martín en Chile, no se hubiese obtenido el dominio naval del Pacífico, la expedición al Virreinato del Perú se habría hecho imposible, y el general Simón Bolívar no hubiese podido converger hacia el sur, aún triunfando en el norte sobre los ejércitos españoles con quien luchaba, y de hacerlo, se habría encontrado con 30.000 hombres que le hubiesen hecho frente y con el mar cerrado.
Además, Maipú quebró para siempre el nervio militar del ejército español en América, y llevó el desánimo a todos los que sostenían la causa del rey desde México hasta el Perú, dando nuevo aliento a los independentistas.
La batalla de Chacabuco había sido la revancha argentina de la Batalla de Sipe Sipe o Viluma. La batalla de Maipú fue la precursora de todas las ventajas sucesivas. Tuvo además, el mérito de ser ganada por un ejército derrotado e inferior en número a los quince días de su caída en la batalla de Cancha Rayada, ejemplo singular en la historia militar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario